Reflexiones de un Domingo

Hoy vino a hablarme un amigo con el que tenemos interesantes conversaciones de la vida, es de esas personas con las que se puede rebotar ideas, sacar conclusiones, profundizar.
Dice que como viví situaciones similares en mi vida le aporta lo que le pueda decir, quería hablar de la pareja, del estar enamorado o no, del que hacer en determinadas situaciones. Claramente no soy un experto pero si tengo más experiencia que él.
Es interesante como siempre en nuestra vida buscamos personas con las cuales compartir ciertos temas, a veces solo hablar y otras no solo contarles sino que queremos escuchar como piensan o que harían en nuestro lugar. Los consideramos en algún punto referentes.
Es bueno pensar, reflexionar antes de tomar decisiones, y si son importantes más todavía y a veces es de gran aporte la opinión de estos “referentes”, porque no siempre somos capaces de ver el todo y porque siempre es buena la opinión objetiva de un tercero.
Siguiendo con el tema de la pareja, del noviazgo o del matrimonio (aunque eso no lo viví todavía), no dejo de sorprenderme por lo distinto que vivimos todos esas etapas.
Por ejemplo yo después de salir de casa pensaba en el matrimonio y aunque si conocía otros que no sean mis padres, realmente para mi estar casados eran ellos. Nunca lo había analizado mucho al tema. Pero al salir y abrir bastante más los ojos me dí cuenta que cada pareja es un mundo distinto y que el matrimonio lo viven cada quien a su manera.
Para algunos es compartir todo, pasar todo el tiempo posible juntos, para otros solo ciertos momentos; algunos son capaces de reflexionar y conversar de cualquier tema con su pareja, otros no profundizan más que lo que tiene que ver con su casa e hijos. De esos ejemplos hay miles. Uno pudiera decir que estos últimos están mal, eso no es vivir una vida de pareja profunda pero no, creo que cada quien la vive a su manera, lo importante es disfrutar ese camino, ser felices de a dos. No hay “un” modo.
Aunque ya creo entenderlo un poco mejor no dejo de sorprenderme, quizás porque a todos nos cuesta aceptar las diferencias que tenemos con los demás, las entendemos pero no es difícil aceptarlas y convivir con ellas.
Volviendo a la conversación con mi amigo, me preguntaba que hacer en determinada situación y yo le decía que creía que él ya conocía todas las variables, que me venía a consultar porque realmente lo que tenía era miedo de tomar una correcta decisión.
Y si, las decisiones importantes nos dan miedo, porque generalmente es mucho lo que hay en juego.
Pero madurar, crecer, entre otras cosas nos enseña a como ser cada día mejores para poder tomar decisiones trascendentales y después poder afrontar las consecuencias de las mismas. Es lógico, cuando somos inexpertos las decisiones no dejan de ser importantes pero las responsabilidades son llamémoslas “menores”, tenemos más apoyo y las consecuencias normalmente nos afectan en mayor medida solo a nosotros.
Pero al crecer las responsabilidades se multiplican y afectamos a más gente, entonces es coherente que tengamos mayor preparación para tomar decisiones y para afrontar las consecuencias de esas decisiones.
Nada nuevo, solo reflexiones de un Domingo lluvioso en Monterrey…